Por: Arturo Carranza Guereca
La
muerte del general iraní Qasem Soleimani el 3 de enero de 2020 sacudió al
mundo. Tras el ataque aéreo estadounidense, Medio Oriente se convirtió
nuevamente en un foco de incertidumbre internacional. Aunque los efectos de la
globalización explican mucha de la atención a este suceso, hay al mismo tiempo
una preocupación legítima por lo que pasa en una región que tiene una gran
importancia en términos energéticos.
Aunque la
incertidumbre internacional ha disminuido en las últimas semanas, al día de hoy
aún existen incógnitas en torno al conflicto en Medio Oriente. La mayoría de
ellas están asociadas con el comportamiento de los precios del petróleo. Vale
la pena recordar que después de que el 7 de enero el ejército iraní atacará dos
bases militares en Irak como respuesta a la muerte de Soleimani, los precios
del crudo de referencia Brent rebasaron los 71 dólares por barril, un máximo
que no se había observado en los últimos nueve meses. Para el asombro de muchos
analistas, el alza en el valor del petróleo cedió rápidamente: diez días
después de la muerte del general Qasem Soleimani el precio del Brent regresó a
64.14 dólares por barril (https://www.eia.gov/dnav/pet/pet_pri_spt_s1_d.htm).
“El comportamiento de los mercados energéticos, que asimilaron los vaivenes geopolíticos en un tiempo muy corto, es el resultado de una nueva realidad energética que se ha venido construyendo en los últimos años“, la cual está relacionada con el auge del petróleo de esquisto en Estados Unidos y el subsecuente aumento de su producción petrolera.
Este auge inició
en la primera década del Siglo XXI gracias a los avances en las técnicas de
extracción de hidrocarburos y al acceso a créditos financieros. La dinámica
entre estos dos factores permitió que en pocos años se desarrollara una
industria – compuesta en su mayoría operadores independientes – que ha
impulsado de manera dramática la producción de petróleo en vecino del
Norte.
Según datos de
la Reseña Estadística de la Energía Mundial 2019 de BP, la
producción promedio de Estados Unidos pasó de 6 millones 873 mil barriles
diarios de petróleo en 2008, a 15 millones 311 mil barriles diarios en 2018, lo
que significa un incremento de 122.77% en diez años. Con base en información de
la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), en
2018 la Unión Americana produjo alrededor de 6 millones 500 mil barriles
diarios de petróleo de esquistos. Esto representó el 59% de la producción total
de petróleo crudo de ese país en 2018.
La boyante
producción petrolera estadounidense ha permitido satisfacer de manera óptima la
demanda energética global, reduciendo con ello la incertidumbre con respecto al
impacto que una afectación en el suministro petrolero en Medio Oriente pudiera
tener en el mundo. Esta aseveración explica mucho del comportamiento que se
presentó en los mercados petroleros durante la segunda quincena de septiembre
de 2019, cuando rebeldes armados vinculados a Irán atacaron con drones y
misiles instalaciones energéticas estratégicas en Arabia Saudita.
En aquella
ocasión, desencadenada el 14 de septiembre de 2019 con los ataques a las
refinerías de Abqaiq y Khurais, el valor del petróleo Brent alcanzó los 68.42
dólares por barril. Aun cuando las agresiones afectaron la producción de 5
millones 700 mil barriles diarios de petróleo en Arabia Saudita – alrededor del
5% de la producción mundial – una semana después el precio del Brent retrocedió
a 65.23 dólares por barril. El impacto en el agregado mensual resultó
prácticamente nulo: durante todo el mes de septiembre el Brent promedió 62.83
dólares por barril (https://www.eia.gov/dnav/pet/pet_pri_spt_s1_d.htm).
Para entender
mejor los efectos que el conflicto entre Estados Unidos e Irán tienen en los
mercados petroleros es necesario agregar que el incremento de la oferta
petrolera mundial no es el único factor que ha mantenido los precios del
petróleo estables. Otro elemento importante que se debe incorporar al análisis
es el desempeño de la economía global.
De acuerdo con la actualización de octubre de 2019 de la Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monetario Internacional (FMI), las crecientes tensiones comerciales han agudizado la incertidumbre y debilitado las perspectivas de crecimiento económico en todo el mundo. Este debilitamiento, explica el organismo internacional, ha generado una reducción en los precios del petróleo[1] desde abril de 2019.
Para este año,
el FMI observa algunos factores que podrían incidir para que los precios del
petróleo continúen su tendencia a la baja. Entre estos están el aumento de la
producción y las exportaciones de petróleo estadounidenses gracias a la entrada
en servicio de nuevos oleoductos en la Cuenca Pérmica, el incumplimiento del
recorte de la producción petrolera que la OPEP anunció en diciembre pasado y un
período contractivo de la demanda petroquímica. A estos factores habría que
incorporar los efectos del coronavirus sobre el crecimiento del consumo en China
y el mundo.
Como se ha expuesto en estas líneas, la incertidumbre que se generó en Medio Oriente a raíz del conflicto entre Estados Unidos e Irán ha tenido un efecto limitado en los precios del petróleo. El entorno económico global, marcado por las perspectivas de un crecimiento moderado, refuerza la idea de que existe poca probabilidad de que los precios del petróleo aumenten durante 2020. En este escenario, ¿qué podríamos esperar en México para este año?
Importancia del medio oriente- De acuerdo con la Reseña Estadística de la Energía Mundial 2019 de BP, actualmente Medio Oriente concentra el 48.3% de las reservas probadas de petróleo en el mundo y el 33.5% de la producción de petróleo a nivel global. La importancia de esta región también se expresa en términos comerciales, ya que participa con el 33.5% de la venta y compra de petróleo que se realiza en todo el orbe.
Por principio de
cuentas, los precios bajos del petróleo representan un riesgo para la economía
del país si consideramos que las finanzas públicas están petrolizadas. En la
medida en que la plataforma de producción de petróleo y las ventas de Pemex no
aumenten, los ingresos presupuestarios del sector público se verán limitados.
Esto, junto a las expectativas de una menor recaudación tributaria como
resultado de una caída en la actividad económica, se constituirá en una camisa
de fuerza para el crecimiento.
En segundo
lugar, la recesión económica por la que atraviesa México será difícil de
superar si no se toman medidas para mejorar la confianza de los inversionistas.
Después del primer año de gobierno, queda claro que la actual administración
todavía no encuentra la fórmula para hacerlo. Con decisiones controversiales en
sectores clave, como el energético, los empresarios – principalmente nacionales
– han decidido guardar su dinero hasta que exista la certeza de que sus
inversiones serán respetadas. Mientras esto no suceda, el país perderá la
oportunidad de crecer de acuerdo con su potencial.
Dados los
pronósticos para los precios del petróleo y las perspectivas económicas, sería
oportuno que el gobierno mexicano abriera el abanico de opciones – vigentes en
el marco jurídico – para que el sector privado complemente los trabajos que
Pemex está realizando en materia de exploración y producción de hidrocarburos.
Lo que se plantea es que esta empresa petrolera utilice esquemas contractuales
adicionales a los Contratos de Servicios Integrales de Exploración y Extracción
(CSIEE´s) para desarrollar los campos petroleros. No es una sugerencia absurda.
Basta recordar que Pemex incluye en su Plan de Negocios 2019-2023 la
posibilidad de utilizar los convenios de inversión y “distintas formas de
asociaciones con privados”.
Estos esquemas, más flexibles en términos operativos y más atractivos en términos financieros, podrían contribuir a aumentar la producción de petróleo en el país y a incrementar los ingresos petroleros. Por otro lado, la posibilidad de una mayor participación en la industria petrolera generaría mayor confianza entre los privados. Con estos dos elementos, México tendría más herramientas para sortear los horizontes catastróficos que se vislumbran en el horizonte.
Agradecimientos- Gracias a Rodrigo Sánchez, cuyos comentarios han sido particularmente importantes para afinar mi criterio analítico.
[1] Para el FMI el precio del
petróleo se refiere al precio medio de entrega inmediata del petróleo calculado
por el FMI, que se basa en las variedades Brent del Reino Unido, Dubai y West
Texas Intermediate, con idéntica ponderación.